11.1.07


onda que hoy me vine re playera al laburo. estaba de ese humor, estoy de ese humor así tan vital y dicharachera y chingui-chingui. y bueno, encima de ese humor y en una esquina a un par de cuadras del trabajo, de pronto flash un paseador de perros acercándose desde la otra calle. pero, a ver, qué paseador de perros: el cuadro era tipo un adonis con veinte perros a la cintura. en cuero, obvio, y qué cuero: marcado, bronceado, tatuado, todo el combo. tipo que yo me planté en la esquina a mirarlo venir, descocada, ida, caliente. era obvio además que tenía una re poronga y que te coge toda si te agarra. no sé, que te empalma así contra cualquier entrada de edificio de la cuadra con la pollera enrollada en la garganta y la bombacha en los tobillos. dobló por donde yo venía. entonces caminaba por la veredita y el pibe con sus veinte perros iba por la calle, justito atrás, te juro que sentía la presencia, me respiraba en la oreja la presencia. a ese le doy y no lo reconoce ni la madre después.